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Teorico #6 | Parte 2: ¿Hacia una algoritmización de los sentimientos?

Los ayudantes de la Comisión 11: Lucas Manchini, Giudo Giambartolomei y Ayelén Toscano presentaron el año pasado en el 1er Congreso Internacional de Humanidades Digitales en Argentina una ponencia sobre la experiencia relacionada a Facebook y los algoritmos que organizan la sección de noticias.

A continuación podrán leer de manera anticipada algunos extractos de esa ponencia y su presentación:

Mientras almuerzo leo la noticia: “Un niño de 13 años muere luego de caer a un pozo ciego en la villa Rodrigo Bueno debido a que la ambulancia tardó más de 40 minutos en llegar.” Comparto la nota en mi muro de Facebook. A la noche me encuentro con mi madre luego de trabajar. Conversamos. Me comenta que leyó la noticia que compartí, que le preocupaba la situación, pero no podía darle Me Gusta a un publicación así. Le contesto: esas son las noticias que te tienen que gustar.

 

En esta clase vamos a abrir hacia ustedes un trabajo que realizamos durante el segundo cuatrimestre del 2015 y el primer cuatrimestre del 2016 en el aula de una comisión de esta misma materia, que dio como resultado una ponencia expuesta en el I Congreso de la Asociación Argentina de Humanidades Digitales realizado a fines del año pasado.

El trabajo surge a partir de la experiencia original llevada a cabo por el escritor de la revista Wired, Mat Honan. Este decidió megustear todo lo que Facebook le mostrara en su página de inicio, incluso si era algo que él odiara. El giro inesperado se dió rápidamente cuando comenzó a darle me gusta a marcas o productos como ser Amazon o The New York Times lo cual hizo que de pronto desaparecieran los humanos del newsfeed y se llenara de marcas y publicidad.

A partir de la experiencia del periodista norteamericano es que apareció nuestra pregunta-problema central: ¿De qué manera la acción de megustear jerarquiza la información que circula por Facebook? A partir de aquí un objetivo era intentar desmantelar lo que considerábamos la caja negra de Facebook, su algoritmo de recomendación. ¿Cómo funcionan esos mecanismos de la red social que ubican más arriba o más abajo, más visibles o menos visibles en nuestro feed, las publicaciones de nuestro amigos, páginas favoritas, publicidades, etc? A su vez, buscamos poder reconocer qué mediaciones surgen a partir de la interacción entre personas, instituciones u organizaciones que participan en la red.

A esto se le sumó, en febrero de 2016, la actualización de la interfaz y la posibilidad de asignar una reacción a cada publicación de los usuarios basada en un emoji o emoticón: Me Gusta (pulgar arriba), Me encanta (corazón), Me Divierte (cara riendo), Me Asombra (cara sorprendida), Me entristece (cara triste) y Me enoja (cara enojada). Esta nueva característica le permite al usuario un nuevo nivel de interacción en donde intervienen las emociones; es decir, pasamos de pensar en términos binarios con el Me Gusta, haciendo clic o no, a poder interaccionar con la interfaz en donde las opciones son abiertas y las posibilidades de interpretación de los usuarios se presentan de modo complejo.

En vistas de la gran apuesta al incorporar las reacciones, y teniendo en cuenta los pasados intentos de Facebook por trabajar con las emociones de los usuarios, sumamos nuevas  preguntas que guiaron nuestra investigación a lo largo del segundo experimento: ¿es posible algoritmizar los sentimientos? ¿Cómo se ven afectadas las relaciones persona-persona y usuario-máquina?

 

METODOLOGÍA

 

La referencia principal de este trabajo es la experiencia de Honan. Replicamos su experimento pero lo implementamos en el contexto de una cursada de treinta y seis (36) estudiantes y seis (6) docentes de aula. La propuesta fue registrar las condiciones de la sección de noticias previas al experimento, observar cómo se iba desarrollando los cambios en la organización de la misma a partir de las interacciones con el algoritmo para poder finalmente entender la nueva disposición una vez finalizada la experiencia. En el siguiente encuentro áulico se procedió a realizar un intercambio de la experiencia realizada en grupos y luego compartir entre todos, incluidos los docentes.

En el 2015, en donde se procedió a replicar la experiencia de Honan, la inquietud principal estaba relacionada en indagar si los resultados se repetían respecto de si el algoritmo termina priorizando la veta comercial de la red social jerarquizando a las publicaciones de las páginas por sobre las de personas.

En el 2016, a partir de la utilización de la característica de las reacciones, nos permitió poner en juego nuevas preguntas respecto de cómo las emociones intervienen en la interacción entre usuarios. En primera instancia observar si el algoritmo había cambiado o continuaba siendo el mismo, indistintamente de las reacciones, pensando en una posible búsqueda de la red social de aprender más sobre las emociones humanas utilizando un algoritmo. Por otra parte, en el contexto del experimento, poder observar las reacciones de los distintos usuarios al enfrentarse al comportamiento desviado en la repetición de las interacciones con las publicaciones de las personas que realizaban el experimento.

En este trabajo recopilamos tanto los registros como resultados de la experiencia para unificarlos en una descripción de lo sucedido que nos permita afinar la mirada sobre cómo los algoritmos afectan los vínculos que desarrollamos en los distintos medios digitales.

 

EXPERIENCIA ME GUSTA (año 2015)

 

La consigna fue la siguiente:

  1.    Dar cuenta del estado inicial de su newsfeed. Describir qué clase de publicaciones aparecen y cómo   está compuesto: ¿hay más páginas, más publicidad o más personas?
  2.    Darle like a todas las publicaciones que aparezcan dentro del muro de Facebook por 48 horas.
  3.    Luego de esto se debía hacer un balance sobre el newsfeed para saber si Continuaba igual o qué cambió.

 

El objetivo  de nuestra experiencia fue hacer un análisis exploratorio y descriptivo sobre cómo se da el funcionamiento del algoritmo que usa Facebook para organizar las noticias dentro de su página de inicio (news feed). De la misma forma, entendimos que el algoritmo de Facebook funciona como la caja negra de un avión para nosotros (Latour, 2001); vemos los resultados dentro de nuestro timeline pero no sabemos qué es lo que sucede con el algoritmo en sí, no sabemos por qué la información está dispuesta de esa forma.

De manera breve, el resultado de clickear siempre “Me gusta” logró una retroalimentación de las páginas promocionadas y terminó posicionando a las páginas por encima de los usuarios personas, de manera similar al experimento de Honan. Consecuentemente nos preguntamos ¿Qué es lo que nos ubica a todas esas noticias de amigos y páginas? ¿Cuál es, si es que hay, el criterio? Este “Yo Robot” que personificamos en el experimento, ¿como intervenía en la jerarquización de la información?

De la misma forma que empezamos a registrar más contenidos pagos dentro de nuestro inicio, quienes fueran nuestros “amigos” dentro de la red social comenzaron a desaparecer como también las páginas que sí le gustaban a los usuarios. La sección de noticias fue ocupada por sitios web, canales diarios y páginas de moda.

Entre los detalles llamativos, uno de los usuarios fue suspendido de usar Facebook por unas horas como consecuencia de una intensa actividad que había tenido el mismo. En una especie de test de Turing invertido, fue el algoritmo quién testeó al humano: “¿Estás seguro que sos una persona?”. El algoritmo de la red social pareciera haber reconocido en el usuario una forma de accionar “anormal para un humano”. Este identificó interacciones que no eran las que «habitualmente» hacen las personas.

 

¿QUÉ OCURRE MÁS ALLÁ DEL TECLADO?  Del yo-robot al yo-humano.

 

En un segundo nivel de análisis, pudimos dar cuenta de otra dimensión que intervino a la hora de realizar las experiencia: la humana. Todos los que realizamos el ejercicio tuvimos que lidiar con la tensión entre cumplir con nuestro yo-robótico (el trabajo de likear o reaccionar a todo) y razonar con nuestro yo humano. Esto pasaba porque empezamos a darnos cuenta que esas acciones (el like o la reacción) dentro de la virtualidad (de aparente neutralidad) tenían consecuencias y, hasta llegaron a generar complicaciones fuera de la virtualidad.

Descubrimos que nuestra experiencia y acciones en la plataforma Facebook tiene relevancia para los demás y para nosotros. Nuestros me gusta y nuestras reacciones a veces molestaban, incomodaban u ofendían.

Al mismo tiempo, nos encontramos con que la acción de megustear podía tener múltiples significados. Desde aprobación hasta ironía, cualquiera podía ser la representación que tenía esa acción para nuestro “yo humano”. Es interesante entender que, mientras que para el algoritmo, el like implica un grado de interacción con un contenido, para nosotros, para nuestro “yo humano”, esto pasa a tener múltiples significados y consecuencias dentro y fuera de la virtualidad.

 

EXPERIENCIA REACCIONES (año 2016)

 

Esta segunda etapa del experimento se realizó, nuevamente, en conjunto con los estudiantes y la consigna fue la siguiente:

  1.    De forma preliminar, se agrupó a los alumnos de a cinco o seis personas
  2.    En segundo lugar, los alumnos, de forma individual, debieron confeccionar un relevamiento del feed de Facebook para dar cuenta de un “estado inicial”. Se utilizaron como disparadores las preguntas: ¿Quiénes aparecen hoy? ¿Usuarios, fanpages, grupos?
  3.    Posteriormente se le asignó a cada grupo una de las seis reacciones: Me gusta  Me encanta, Me divierte, Me asombra, Me entristece, Me enoja
  4.    Cada grupo debía darle su «reacción» asignada a todas las publicaciones que se aparezcan en su feed durante 48 horas.
  5.    Finalmente, hubo una instancia de intercambio con los integrantes del mismo grupo para hacer un balance.

 

Un cambio que tuvo este experimento en comparación con el del año anterior fue que en esta nueva experiencia, a cada uno de los integrantes del cuerpo docente se le fue asignada una de las reacciones mediante votación, para de esta forma poder trabajar en conjunto con los estudiantes. Consecuentemente, al realizarse la puesta en común de los resultados fue cada uno de los miembros del cuerpo docente los que actuaron como moderadores de cada grupo.

Un detalle a destacar encontrado al iniciar el experimento, fue el hecho de que no hay reacciones para interactuar en los comentarios o en las páginas. Es decir, no se puede reaccionar con “me encanta” o “me enfurece” en un comentario, y la única acción posible para una página comercial es utilizar el “me gusta”. No se le puede reaccionar con un “me enfada” a una página, sí a una de sus publicaciones.

En líneas generales, al finalizar el experimento nos encontramos con que las reacciones tuvieron un efecto muy parecido a la acción de Me gusta. Si bien, nuestra primera impresión sobre esta experiencia era que, al introducir reacciones negativas, iban a haber publicaciones o contactos que podrían llegar ocultarse o desaparecer, no vimos efectivamente que esto sucediera. La única excepción fue una publicación a la cual se le otorgó las reacciones de Me entristece y Me enfurece por dos integrantes del equipo desapareció, en la versión web, de sus feeds.

Esto nos hace ver que, aunque muy precariamente, las reacciones negativas estaban tratando de poder medir las emociones de las personas en las publicaciones. No fue así con las demás acciones (me encanta, me asombra y me divierte) las cuales no mostraron modificaciones a la acción de me gusta.

Lo que terminó sucediendo con el “experimento reacciones” fue que, mientras que en el experimento realizado en el 2015 la cantidad de páginas promocionales y de publicaciones de marcas fue en aumento, y la de amigos fue en descenso, en este se observó la situación inversa con las mayorías de las reacciones: la cantidad de publicaciones de amigos, y sus compartidos, fue la que subió, mientras que la cantidad de páginas y promociones descendió. Esto podría estar dado por una modificación en el algoritmo de Facebook hecha pública por la misma empresa. A partir de esta, la red social explicó que intentara balancear los contenidos de amigos y de páginas.

 

NUEVAS APERTURAS: ¿qué hay en la caja negra?

 

Luego de haber realizado ambas experiencias es importante entender que nuestra propuesta fue la de hacer un análisis descriptivo sobre la forma que tenemos de relacionarnos a través de la red social Facebook. Nuestra intención al realizar las experiencias fue poder ver y entender que es lo que hay detrás del algoritmo de Facebook a partir de lo que es visible. Quisimos explicar ¿qué pretende Facebook de nosotros? ¿cómo funciona el Me gusta? Y, en segunda instancia, ¿qué variante agregan las reacciones?

En este sentido, para responder estas preguntas buscamos romper la caja negra de Facebook y ver qué había dentro. Este trabajo consistió en poder registrar más allá de su interfaz y, entender desde sus efectos, cómo funciona el algoritmo y cómo nos relacionamos a través de una red social mediada por la lógica algorítmica.

Durante nuestra primer experiencia pudimos ver el resultado de nuestro accionar, pero todavía nos estaba vedada su lógica. Al Megustear todo durante 48 horas, en muchos casos logramos romper ese algoritmo, ver hasta dónde Facebook consideraba que el accionar era el de un humano y hasta donde el accionar no tenía sentido.

En esta primera etapa también comprendimos que había una dimensión que no estábamos tomando en cuenta cuando imaginamos la experiencia: la polémica dimensión de la realidad. Aquí nos encontramos con que un like dentro de la virtualidad empezaba a tener consecuencias reales por fuera de ese espacio y que, la división propuesta desde el yo humano/robot no tenía una línea divisoria muy clara. Nos vimos expuestos no solo a múltiples significados para la misma acción de Megustear, sino que también vimos cómo las fronteras entre lo digital y lo “real” empezaban a verse cada vez más borrosas. Como usuarios estas dos dimensiones se mezclaban constantemente.

Cuando, meses más tarde, Facebook anunció la incorporación de las reacciones, tomamos la decisión de volver a realizar el experimento para ver y entender estos cambios en el algoritmo. Esta vez nos preocupamos por hacer hincapié en la relación que pudieran tener nuestras emociones con estas nuevas formas de interacción.

En líneas generales, lo que observamos fue que, hasta ese momento, las reacciones estaban en un estado primitivo, todavía no muy desarrolladas, ya que funcionaban de una forma muy parecida al “Me Gusta”.

En ese momento, surgieron nuevas dudas: ¿qué pretende Facebook al incorporar las reacciones?

Lo que creemos, a través de los resultados del experimento y los casos expuestos es que, de a poco, Facebook va cambiando su algoritmo, adecuándose a los gustos y las peticiones de los usuarios, pero a su vez aprendiendo de ellos: somos cada uno de nosotros, los que utilizamos redes sociales como Facebook, los que le enseñamos cómo actuamos, cómo reaccionamos, qué nos gusta y que no nos gusta, y le permitimos crecer.

El abanico de posibilidades que otorgan las reacciones amplía el lenguaje binario al que estábamos acostumbrados: megustear o no megustear (ceros y unos). La interacción de los usuarios con un algoritmo que considera formas más amplias de valoración puede producir nuevos patrones en la jerarquización de lo que vemos en la pantalla y, a la vez, realizar nuevas opciones cálculo sobre lo que hacemos click, sobre lo que nos gusta, nos encanta o nos enfurece. Las bases de datos de nuestros sentimientos pueden ser infinitas, la pregunta es: ¿qué harán, en el futuro, los algoritmos con ellas? Y más importante, ¿cómo reaccionaremos nosotros?

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